Cuantas veces no hemos escuchado como mujeres que algún día llegará un príncipe azul y nos enamoraremos como solo ocurre en un cuento de hadas. Ese príncipe que viene a nuestro rescate, una dama en apuros, encerrada en la torre de un castillo. Un príncipe ideal, diseñado a medida o también, esa supuesta ”media naranja”, que nos complementa a la perfección. O creencias todavía más enrevesadas como que ”quien bien te quiere, te hará llorar”, ”que el amor duele” y que los celos son una muestra de amor. Pero, todo esto que hemos escuchado, ¿es real? ¿así es el amor de pareja o tenemos una idea distorsionada del amor?
Desde las películas de Disney con su Bella Durmiente o Cenicienta hasta Cincuenta sombras de Grey o Shakespeare, Maluma o los Beatles perpetúan ideas falsas sobre el amor. Los mitos del amor romántico deambulan por el imaginario de la cultura y sociedad y actúan, de manera inconsciente, en la idea que las personas tenemos del amor. Estos mitos – o ideas falsas – son creencias que dentro de una sociedad hemos aceptado como verdaderas. Sin embargo, en general, lo mitos suelen ser una simplificación sobre algún aspecto de la realidad y tienen la capacidad de influir, en mayor o menor medida, en nuestro comportamiento. El romanticismo de nuestra cultura es patriarcal porque está basado en la propiedad privada, en la mitificación de la pareja feliz, en la monogamia obligatoria, en la sumisión de las mujeres a los hombres, y en el sadomasoquismo romántico. Desmontar estos mitos o ideas erróneas del romanticismo, que nos convierte en frágiles princesas esperando a ser salvadas por un príncipe, nos hará conscientes, independientes y libres a la hora de construir un vínculo de pareja real, basado en el respeto y la honestidad.
¿Cuáles son los mitos del amor romántico y qué es lo que nos dicen?
- El príncipe azul – Quizás uno de los mitos más extendidos de todos, en el que después del sufrimiento, el sapo verde se convertirá en príncipe azul y viviremos felices y comiendo perdices. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Debemos amar sin mitificar al otro, es decir, quererle tal y como es, sin idealizarla, sin obligarla a que cambie para que se ajuste a nuestro modelo de media naranja. Los príncipes diseñados a medida y casi rozando la perfección no existen. Son un cuento. La perfección no existe.
- El amor duele – El romanticismo es un mito que nos convence a las mujeres de que en el amor hay que sufrir, sacrificarse, aguantar, renunciar y pasarlo mal. Quien bien te quiere, te hará reir y te hará feliz, pero no llorar o sufrir. Debemos despojarnos de esta idea tóxica del amor y ahorrarnos mucho dolor, sentimientos de venganza, peleas violentas y malos tratos. Las relaciones sin romanticismo están basadas en el compañerismo, el trabajo en equipo, el respeto y el deseo de compartir un vínculo sentimental y la vida juntos. No son una guerra en la que ningún bando puede perder, sino que están basadas en el placer, el disfrute, la solidaridad, el apoyo mutuo, y la alegría de vivir.
- La media naranja – Nos han echo creer que necesitamos de otra persona para sentirnos personas plenas, felices y así crecer en la vida. El romanticismo alimenta la idea de la dependencia mutua, la dependencia emocional del otro pero, debemos entender que la pareja no es nuestra única fuente de bienestar y felicidad. Los amores saludables se conciben desde la autonomía de cada uno, sin miedo a perder a la persona amada, desde el crecimiento, la autoestima y el bienestar personal. Esta idea alimenta la desesperación de muchas personas a encontrar el amor, incapaces de hacer su vida solas o por el contrario, a aferrarse a un vínculo solamente por pensar que nunca jamás van a encontrar a otro ser tan perfecto para ella y, además, a pensar que tras una ruptura se terminaron todas las posibilidades de ser feliz. No busques que alguien encaje a la perfección como tu media naranja o ser compatible al cien por cien con tu pareja. Tú eres completa en ti misma. Ámate como eres y ama al otro como es, sin complementos ni medias naranjas.
- Los celos son una prueba de amor – Que tu pareja muestre una actitud posesiva para marcar territorio no es algo tierno ni digno de admirar, sino una muestra más de la idea de que el amor implica poseer a la otra persona. A menudo consideramos los celos o actos como ”marcar territorio” como un gesto romántico, cuando no son más que un gesto ”de propiedad”. Una relación puede implicar ’exclusividad’ o ’fidelidad’ (si eso es lo acordado en la pareja) pero no puede convertirse en un mecanismo de control de la otra persona. Los celos simplemente son una demostración del temor a perder aquello que se percibe como una posesión, es decir la otra persona. Tampoco hay celos buenos y malos, como popularmente a veces se piensa… Los celos son sinónimo de posesión, temor y de falta de confianza en la pareja, no una muestra de amor.
- El amor a primera vista – Es imposible sentir amor por una persona que no conoces. Cupido y sus flechazos no son un gesto de amor a primera vista, sino más bien de afinidad, simpatía, confianza, conexión o intimidad, pero amor, lo que se dice amor,… No. Una relación de amor se construye con el tiempo, compartiendo momentos y vivencias, atracción y un sinfín de elementos que no pueden surgir de la nada, como por arte de magia. Aunque la atracción y afinidad propicia el nacimiento de muchas relaciones, vigila si estás pudiendo percibir la realidad y al otro claramente, sin idealizarlo. Muchas relaciones de amor comienzan ”sin un flechazo” y pueden ser más enriquecedoras y ancladas en el presente.
Estos son sólo cinco mitos del amor romántico, pero existen muchos más funcionando diariamente en el imaginario colectivo. Estos mitos afectan a todos, tanto a mujeres, como hombres, heterosexuales, homesexuales o trans a la hora de establecer un vínculo amoroso.
¿Cuáles son las consecuencias de estos mitos del amor romántico? Son muchas, pero algunos ejemplos son…
- Desarrollamos expectativas falsas sobre el amor y las relaciones de pareja, que cuando se ven truncadas, nos frustramos y sufrimos.
- Nos aislamos. Nuestra vida gira alrededor de nuestra pareja. Nos olvidamos de nosotras mismas y nuestro bienestar comienza a depender del bienestar del otro.
- Dejamos nuestra autoestima en manos de otra persona y perdemos nuestra autonomía personal
- No sabemos gestionar los conflictos ni tampoco establecer límites.
- Descartamos a personas que podrían hacernos felices porque no son «perfectas».
- Aceptamos conductas dañinas como los celos, las amenazas o el control. Conductas y actitudes que sin un límite pueden llegar a ser el origen de algún tipo de violencias de género.
Amar es cuidar, respetar, admirar y valorar al otro. Amar no es poseer, controlar, chantajear, manipular o dañar como algunas personas creen. Por eso, es importante quitarnos la venda de los ojos y aprender a construir relaciones de pareja lejos de los mitos románticos. Relaciones basadas en el aquí y el ahora, en la confianza, el respeto, el equilibrio y la comunicación. Lo importante no es querer mucho, sino querer bien.